martes, noviembre 08, 2005


EL HUESPED: EL HORROR IMPOTENTE.

“El relato de terror es una “historia que atrae al ojo”…que tiene más semejanza con la representación teatral y con la pintura – la sobriedad narrativa del cuadro – que con la literatura novelesca”. (Santiago Vila. La Escenografía)

El cine fantástico de terror – para utilizar la jerga anglosajona- se niega a morir y para disipar esa fuerza entropica que ha logrado disolver al western, en gran medida al cine musical y que ha obligado y tensionado al melodrama y al filme noir a mutar en una serie de variedades y subespecies hibridas que producen lo más interesante del cine de espectáculo contemporáneo, ha tenido que intentar reconcentrarse en sus operaciones mínimas, renunciando a las tramas de excesiva carga narrativa para internarse en los inquietantes senderos del realismo de aires góticos y en las atmósferas familiarmente anómalas que contaminan lo cotidiano con una ambigüedad insólita.

El cine contemporáneo ha asumido diversas posturas frente al fenómeno del horror, ya sea integrándolo como un imaginario de brutalidad gore, es decir como un ejercicio de fascinación antropofagica, en donde la imposibilidad de escape y la matanza exhibida son elementos fundamentales de su existencia; en otra dirección se convocan los miedos y la incertidumbre provenientes de fuentes aparentemente domesticadas como el propio cuerpo mediante encarnaciones neurológicas a la manera de los filmes de David Cronenberg, en los cuales el horror la fascinación por la transformación parecen igualarse. En estos casos por lo general el verosímil del horror no transcurre por las zonas de los fantástico en cuanto aquello que se niega a ser representado y en donde las explicaciones de cuño racionalista – al menos en su acepción mecanicista decimonónica - parecen fuera de contexto. En cambio los discursos que limitan con la psicopatología, las teorías de Oliver Sacks y otras referencias en donde la ciencia de avanzada se encuentra con la inquietud cotidiana sirven de pretexto para instalar la fabula del filme.

En otra dirección el horror ha retomado la línea de lo fantástico en sus maneras más tradicionales y conservadoras con la serie de filmes que brotan en la década de los setenta con sus temáticas de cuño satanista, en donde las posesiones demoníacas se entremezclan con las conspiraciones políticas, en el mejor de estos casos, como en filmes tan reconocibles como “El Exorcista”(1972) o “La Profecía”(1976) se producía un eficiente rescate de las atmósferas de precedentes góticos y de tonos pictóricos de autores aparentemente menores como es el caso de Fuseli y sus serie de obras con incubos y pesadillas nocturnas. Esta línea tendrá exponentes hasta la actualidad que se desplazarán desde el space opera al estilo de Alien hasta el goticismo cotidiano que tiene una buenos y olvidados precedentes en filmes como “El Ente” o “Poltergeist” (1982) que provocarán una serie de filmes de maneras similares hasta el día de hoy, en esta dirección es el cine Japonés y Coreano quien marca las relecturas del gótico cotidiano mediante la disminución del peso narrativo novelesco, enfatizando la cotidianeidad desplazada por la extrañeza mediante operaciones formales de máximo impacto emocional y menor presencia tecnológica.

Otra propuesta viene caracterizada por una modalidad autoral dominante, desde la cual los límites entre lo fantástico y lo naturalista tienden a disolverse en una puesta en escena compleja y estéticamente sofisticada, desde Fellini hasta Resnais vía Bergman en sus versiones más rupturistas, y desde Ruiz hasta Lynch comunicados por la ascética y escéptica mediación de Buñuel en su versión aparentemente menos confrontacional.

En el caso concreto de “El Huésped” los intentos por acercarse al género se frustran con tanta rotundez que en ocasiones pareciera que el director intentará la realización de una parodia o en el mejor de los casos de una ingenua sátira sobre los filmes de monstruos depredadores que una obra capaz de ser vista seriamente ( lo seriamente en un filme de horror debería ser capaz de ser expresado en cuanto a su resultado y manipulación sobre el estado de ánimo del espectador). El problema no estriba en la condición de posibilidad de realizar cine fantástico en Chile, pues esto ya lo ha demostrado Jorge Olguín con irregular resultado pero con comprobada eficiencia en sus dos filmes " Angel Negro", “Sangre Eterna”; si bien es cierto que los géneros como subdivisión industrial no tienen cabida – y mucho menos sentido- a su manera tradicional en nuestra inexistente industria fílmica, si poseen una amplia gama de posibilidades en la medida que se los considera propuestas estilísticas en constante progreso. En esta medida un filme de vampiros norteamericanos se transforma en la conexión formal de un filme japonés y este a su vez en maqueta flexible para un filme coreano. En la medida en que cada autor es capaz de contaminar su proyecto, es decir vincularlo con ideas y formas provenientes de áreas distantes del filme inicial para lograr construir un tercer filme que brote del roce de los dos precedentes. David Lynch combina el film noir con la narraron gótica y el imaginario popular de los 50 para obtener un efecto fantástico imprevisto. En una línea más espectacular Ridley Scott conecta la aventura de ciencia ficción , con el filme de monstruos, y con un aire revisionista barroco de carácter biológico gracias a la presencia de Giger en sus diseños.

El filme de Coke Hidalgo se interna obviamente en los vericuetos laberínticos de los bastardos de Alien y su progenie de cazadores y depredadores amorales a menos que se trate de criaturas demoníacas – la inmoralidad aparece en el cine de tono policial – que son impulsados por tensiones irreprimibles e imposibles de ser juzgadas al interior de los patrones de moralidad cotidiana. La lógica de la cacería es la dominante y el plano del laberinto el recinto privilegiado para la matanza. Aquí no nos encontramos en el territorio ético privilegiado del cazador profesional y su victima al modo de “El malvado Zaroff”(1932) sino más bien en la prehistoria de la conciencia, en la caverna oscura del pavor intenso en donde el incipiente hombre es carne fácil de devorar, solo una pronta evolución o un accidente imprevisto logra salvar a las victimas de su agresor. Al interior de estos referentes “El Huésped” no logra sostener en ningún momento un real grado de tensión, nunca se percibe la atmósfera de encierro ni se delata la tragedia de la imposibilidad de escapar que los mejores filmes de cine B desarrollan como premisa básica. No se piden personajes psicológicamente complejos – dudo que existan estos en el cine como entes separados de una construcción formal y dramática- pero se pude pedir un mínimo de empatía que permita construir la tensión emocional de la carnicería .Nadie nos importa en el filme de Hidalgo, ni siquiera la sobrevivencia del monstruo como en clásicos de los 30 y 40 desde “King Kong” hasta “La criatura del lago negro”, y esto no se debe a una estrategia de desdramatización al estilo de las diseñadas por Haneke sino a la imposibilidad como espectador de construir algún tipo de nexo emocional con los personajes en la medida que el diseño atmosférico del filme impide cualquier posibilidad de caer en la trampa del horror. Sin trampa al ojo el horror es un pequeño cuento sin mucha gracia; carente de seducción a la mirada el ojo no puede vagar ni confundirse, y sin basculación de lo real, aquella inquietante incertidumbre de sus límites, lo fantástico solo yace impotente como el despojo de un cuento que nadie pudo creer.